

Un buen gorro de peluche para cuando se viene el frío, siempre es bienvenido, y qué mejor si nos hace destacar de entre el mar gris de la gente, ¿no? Así que para esta, nuestra nueva mete, lo ideal es que elijamos lo más absurdo que podamos conseguir, pero no por ello perder la categoría, y la clase, puede haber calidad, originalidad, y mucha diversión en ser absurdo, no hay que pasar para el otro lado y quedar como un retrasado mental. Ya habíamos visto aquí el gorro zombie de peluche.
Gorros de peluche absurdos
Los gorros de peluche, no tienen por qué ser aburridos, como dijimos, así que a ver si podemos divertirnos nosotros y a los demás cuando vamos por la calle con esta selección que les hemos preparado aquí.
Empecemos con un gorro de pingüino, a todo el mundo le resultan simpáticos los pingüinos, así que nunca puedes quedar mal con este.
Aquí puedes ver que la moda del gorro de peluche absurdo ha pegado incluso entre los famosos, tienes el caso de Chloe y Kim Kardashian. Fijaos cómo les da clase y todo, así es que no te creas que por ser absurdo, vas a perder la clase, al contrario, puedes incluso ganarla, si sabes cómo hacerlo.
Con el gorro de peluche que sigue, puedes llamar mucho la atención, ya que podrás hacerlo pasar como por dinosaurio con espinas, personaje raro de animé, dragón mitológico, lo que quieras.
Ahora le ha llegado el turno a los gorros de peluche absurdos que incluso pueden hacer a una mujer más sexy. Qué tal estos de piel, calentitos, absurdos y sexies.
Los animales polares o de climas fríos en la cabeza son una táctica infalible para resultar absurdo, llamar la atención, y a la vez, abrigarnos.
Lo chicos no pueden quedar afuera. Ellos suelen tenerlo todo permitido, así es que no pasarán a ser tan llamativos como en un adulto, pero un gorro de peluche absurdo puede resultarles muy divertido a ellos mismos, y por qué no también a los padres, y a quienes los vean por la calle.
Podrán aducir que los gorros de peluche absurdos son una moda absurda, ¡y tendrán razón! Esa es la idea, divertirnos y divertir a los demás, al tiempo que obtenemos un resultado más práctico y directo, el abrigarnos del frío.